Todo ser humano es un vendedor. La venta comienza en nuestro nacimiento, es la primera habilidad que aprende un niño. Entonces ya sabe que con una sonrisa conseguirá un abrazo. Más tarde, según va creciendo, con una buena nota en el colegio conseguirá una bicicleta nueva; Un buen trabajo se conseguirá en la entrevista donde habló de sus buenas cualidades; una pareja que consiguió tras vender su marca personal…etc. De una forma eficaz el arte de vender resume el viaje de la vida. Lo que somos y adquirimos en la vida es el resultado de una venta y por ello el saber vender bien es una de las habilidades más importantes que podemos adquirir.

Estas habilidades de venta que utilizamos en la vida diaria se pueden aplicar en el lugar de trabajo, vendiendo no solamente la marca personal de uno mismo, sino la marca de un producto. Como cualquier disciplina, la venta es un arte que requiere práctica para su mejora. Al igual que otros talentos y habilidades que se perfeccionan con el tiempo, la venta de arte requiere años de entrenamiento y experiencia de mercado junto con habilidades que lleven a dominar la acción de venta en este campo.

La base en la venta del arte es la confianza. Independientemente de tener un profundo conocimiento del mercado, la confianza que un cliente deposita en un vendedor es el elemento más valioso y a la vez más difícil de conseguir. La confianza puede tardar años en construirse y en ocasiones con un solo error se disuelve. Por experiencia propia, la mayor confianza es la que valida el éxito. En cada compra el objetivo es aunar la estética con el poder adquisitivo y con ambos componentes tratar de conseguir la mejor obra posible. La validez de la compra se muestra con la evolución de la obra en el mercado y la subida de valor de esta.

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