El arte ha sido utilizado como propaganda política desde siempre. Esta propaganda influencia a la sociedad, marcando cambios, en algunas obras de una forma positiva haciendo que el ciudadano esté más al tanto de su responsabilidad ante la sociedad. Los pósters de propaganda política se han convertido en iconos de la historia del arte. El arte cambia opiniones, habla de corrupción y de derechos humanos, de la distribución de la pobreza y de la riqueza. Por el gran peso que tiene a nivel político y social a través de toda la historia, varias obras de arte han sido destruidas. Ningún régimen político ha destruido tantas obras como el nazi.
Adolf Hitler antes de ser un tirano intentó ser pintor a pesar de ser rechazado en dos ocasiones por la Academia de Bellas Artes de Viena. Qué gran ironía que tuviera interés por el arte cuando los nazis destruyeron a miles de artistas y millones de obras de la época. En el año 1944 se creó la ‘Lista Gottbegnadeten’, 36 paginas con nombres no solamente de pintores y escultores sino también de compositores, arquitectos, actores y cantantes. Aquellos perseguidos debían trabajar bajo el yugo del régimen nacionalsocialista representando su propaganda. Los que no lo hicieron fueron aniquilados. El arte creado durante el Tercer Reich fue una respuesta antisemítica, donde las obras que se podían realizar eran meramente de cánones y estética que emulaban las obras de la antigua Roma y Grecia. Ambas corrientes estaban consideradas como “no contaminadas” por los judíos. El arte que poseyera cualquier connotación judía era considerado depravado, degenerado y corrupto.

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