El arte es una buena inversión. Lo ha sido históricamente y lo sigue siendo hoy en día. Desde nuestros propios orígenes, el hombre lo ha utilizado como elemento esencial para explicarse sus respectivos contextos. Es parte del legado histórico, social, político, intelectual y cultural de nuestra mundo. Siempre ha tenido un mercado y siempre lo tendrá. ¿Cuales son las condiciones para hacer una buena inversión en arte? Un inversor siempre busca obtener el mayor rendimiento con el menor riesgo. El arte permite ambas cosas.

Es cierto que quizás septiembre no sea el mejor mes para pensar en inversiones. Terminan las vacaciones y con ello el susto por el cargo de las tarjetas y la ducha de agua fría al constatar lo que hemos gastado. Con buenas intenciones, empezamos a pensar en formas de gastar menos y ahorrar más para así sacar mayor partido a nuestro dinero. No obstante, además de la austeridad, hay otro medio para optimizar nuestros recursos: el arte. Si invertimos nuestros ahorros, no nos arrepentiremos.
Pensemos primero en los beneficios abstractos de este sector. Suelen ser bienes que nunca pierden valor. Muy al contrario, lo ganan con el transcurso del tiempo, ya que es legado histórico y valor contemporáneo. Los beneficios a nivel humano y material son diversos, influyendo de forma diferente en cada individuo. No obstante, siempre lleva al alza el valor tangible de su patrimonio.
¿Cómo se posiciona un artista en el mercado y qué hace que una compra de arte sea una buena inversión? El creador ha de constituirse como “marca”, tratar de que su obra sea tan reconocida como sea posible. De manera indiscutible, cierto perfil de relaciones públicas es imprescindible. Un punto de seducción, también. Sus objetivos últimos son los coleccionistas públicos y privados. En definitiva, los compradores.